‘Stranger Things 2’ sería perfecta si no fuera por el sexismo

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Estoy enamorada de la segunda temporada de ‘Stranger Things’. Excepto por todo el sexismo del cine de los años 80.

A continuación, spoilers no tan graves de la segunda temporada de Stranger Things.

Acabé de empezar el sexto episodio, no he terminado, pero hasta ahora, la segunda temporada de Stranger Things está rompiéndola en todo aspecto con un ambiente inspirado en los años 80. Es mucho más fuerte que la primera, con un ritmo más ajustado; se siente como un thriller de terror en sí mismo, con la confianza de ser su propio producto, y menos como el revoltijo de Goonies/ Gremlins/ Aliens/ y en general de las típicas tramas de Spielberg de los años 80 que definieron a la primera temporada.

Los personajes fueron desarrollados con más cuidado y les dan un poco más de espacio para respirar fuera de su caricatura de película ochentera. Y la acción es mucho más intensa hasta ahora.

Las tramas típicas aún están ahí, claro. ¡Muchas de ellas son incluso divertidas! Hay un homenaje a E.T. en el quinto episodio, con Dusty dejando una carnada para una criatura de otro mundo. También está el comienzo de la temporada, con nuestros chicos del Club Audiovisual vestidos de Ghostbusters, que fue adorable. ¡Y el arcade!

Pero hay algo que es mucho menos genial y es el sexismo de las películas de los años 80.

De hecho, no estoy hablando de la charla en los vestidores de los adolescentes; más bien de la trama que me tiene tan aburrida que me dan ganas de dormir: la de la «chica del grupo», o token girl.

Miren, Eleven fue la chica del grupo de la temporada pasada. Ella es psíquica, con poderes psiónicos, una joven que huyó de un laboratorio demoniaco que hacía experimentos terroríficos (lo que abrió una entrada a la dimensión paralela, la cual puso en problemas a la pequeña ciudad de Hawkins). Michael, el líder del Club Audiovisual, estaba muy enamorado de ella, de la manera en que los más jóvenes se enamoran. Al final de la temporada, Eleven desaparece de las vidas de su equipo.

Cuando la niña nueva —Max, que tiene el récord en Dig Dug— aparece, Michael la rechaza, causando una división en el grupo. Los otros niños quieren salir con ella, pero Michael no. Mike sabe el clásico secreto de la sabiduría de los grupos de niños desde el principio de los tiempos: solo puede haber una niña. Las niñas no son personas con personalidades y complejidades individuales, son niñas.

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