Retomando las calles de la CDMX con inesperadas instalaciones de arte urbano

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El artista mexicano Rodrigo Olvera hace un llamado para retomar la belleza estética de nuestros barrios – haciéndolo con nuestras propias manos.

Recorriendo las calles de Atizapán de Zaragoza, en la zona norte de la Ciudad de México, se pueden notar ciertas discrepancias que abordan a los habitantes, visitantes, transeúntes y automovilistas por igual. Se tratan de intervenciones al espacio público que buscan retomar las calles de los constantes bombardeos publicitarios y de la negligencia de las autoridades por regularlos y por mantener los espacios como locaciones estéticamente complacientes.

A través del proyecto que nombró Amarillo Público: arte público al servicio del espacio urbano, el artista mexicano Rodrigo Olvera busca transformar la realidad de sus espectadores con sincretismo, diversión e ironía. Las intervenciones son efímeras y, por lo general, no tienen un plazo largo de existencia fijo, mismo que se hace evidente por los lugares donde viven: postes de luz, cables colgantes, señalizaciones de tránsito, pasos peatonales, jardineras diminutas y demás.

El proyecto de Olvera no se ha limitado a vivir únicamente en los confines del extraño e ingobernable espacio entre la Ciudad de México y el Estado de México. Además de ser constantemente activo en la zona donde él vive, Olvera ha llevado a Amarillo Público a festivales de arte urbano en Europa y América, tal como el 11º Festival Asalto, España, 3º Festival Concreto, Brasil y en el II foro internacional de intervenciones urbanas, en Lima, Perú.

Rodrigo cuenta sobre todas las implicaciones sociales, problemas con autoridades, ideas y alcances del proyecto en una breve entrevista. Puedes leerla, abajo.

¿Cómo empezaron las intervenciones a espacios públicos?

Un día me harté de la publicidad chatarra de las tienditas de mi barrio, que de pronto se convirtieron en focos de contaminación visual, y en un par de noches retiré la publicidad de estos sitios para después volver a pegarlas en la calle, pero ahora intervenidas con cintas amarillo/negra. El hecho de que esos cartones de publicidad no vendieran nada, pero causara cierta confusión para quien los veía, me parecía muy valioso.

Después vino la pregunta ¿cuál es el papel del arte en la periferia de la ciudad? Un vasto terreno donde la calidad del espacio público es pésima, la publicidad es abrumadora, los centro comerciales aumentan cada año y no existe una política cultural en la zona. Es importante mencionar que el proyecto no pretende dar solución a alguna de estas aristas, simplemente me parecen factores a que caracterizan el contexto donde realizo mi trabajo.

¿Has tenido problemas legales por ellas?

Cuando hay miedo se desprende un olor que delata ante cualquiera, para que lo «ilegal» parezca legal es importante disfrutarlo, hacerlo sin prisa ni miedo, no hacerlo de noche ni a escondidas, eso aprendí del documental mexicano Los Ladrones Viejos.

En ocasiones lo que hago puede tener una connotación «ilegal» por romper, quitar, alterar, borrar parte del mobiliario urbano, pienso que todo acto de creación lleva implícito una destrucción.

Por otra parte, uso un uniforme que me hace parecer trabajador de servicios urbanos locales, eso me ha blindado de muchas explicaciones ante un juez cívico, aunque en un par de ocasiones la policía me preguntó por mi permiso, ¿permiso? … Estamos cayendo en una política de privatizaciones donde hay que pedir permiso para ejercer nuestra libertad, nuestro derecho a la ciudad, lo justo es invertir los papeles, como dice Henry David Thoreau: «Lo deseable no es cultivar el respeto por la ley sino por la justicia»

 

¿Por qué el color amarillo?

El color amarillo en la ciudad sirve para prevenir, guiar, limitar, restringir, resaltar, dividir, etc.

 Es un color que tiene una carga simbólica negativa pues acota las posibilidad de nuevas experiencias a nivel corporal y social en el espacio urbano, me apropio del color amarillo para desactivar, contradecir y diversificar sus significados cotidianos así mismo para mimetizar mis intervenciones con el entorno y legitimar su presencia en el espacio público.

¿Qué reacción esperas del espectador de tu obra?

En muchas ocasiones la ciudad se ve como escenario de la rutina, un lugar donde se asienta la monotonía, un espacio donde la cotidianidad son los sitios por donde pasamos casi todos los días. En ese sentido considero que el arte es un arma para transgredir el estatus quo y reavivar la percepción de nuestro alrededor. Intervenir en la calle no es sólo un asunto de artistas o de expertos en estudios sobre la ciudad sino un acto de pertenencia y de identidad comunitaria que debe surgir desde quienes lo habitan, es importante recordar que el espacio público es el reflejo de la heterogeneidad donde se visualiza la diversidad cultural, hay una frase del arquitecto y urbanista Yona Friedman que dice: la estética urbana es el resultado del efecto colectivo de pequeños cambios individuales.

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