Dos años… ¿La debacle?

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Comentaba hace poco con algunos amigos que no recordaba un caso en el que el gobierno de un presidente hubiese caído tan abajo en credibilidad en tan poco tiempo. ¡Apenas dos años!

Los últimos días del sexenio de Luis Echeverría fueron desastrosos, en medio de una crisis y una devaluación; a José López Portillo le tocó cerrar su sexenio con crisis petrolera, económica y más devaluaciones.

Para Miguel de la Madrid el descrédito vino luego del terremoto del 85 (la gente se lo dejó ver durante la inauguración del Mundial) además de la consabida crisis sexenal mientras que a Carlos Salinas de Gortari todo se vino el tinglado abajo cuando los zapatistas salieron a la luz en el 94.

Aunque el gobierno del sucesor, Ernesto Zedillo fue bastante «inocuo» mantuvo cierto nivel casi hasta el final. Los dos presidentes panistas también tuvieron sexenios grises y, aunque Fox logró fondos surrealistas en cuanto a su forma de encarar las sucesivas crisis que le tocaron, su desprestigio nunca fue tan evidente durante los primeros años.

Vaya, hasta Calderón pudo tener una «luna de miel» más larga.

El problema al día de hoy, Primero de diciembre de 2014, es que al gobierno de Enrique Peña Nieto parece que todas las posibilidades de crisis se le han juntado para generar una de proporciones épicas.

Mientras los más radicales gritan renuncia y desprecian las medidas paliativas anunciadas, la opinocracia se muestra incrédula o de plano pesimista.

¿Qué va a pasar?

Definitivamente estamos en una situación única en la historia reciente de nuestro país.

Si no comenzamos a ver un verdadero «movimiento», una real mejora, las protestas irán creciendo en asistentes y en intensidad al grado de poner al gobierno contra las cuerdas.

Por el bien del país, por el bien de nosotros y por el bien de nuestros hijos, es momento de que el gobierno de Enrique Peña Nieto comience a tomar medidas verdaderamente efectivas.

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