Man repairing broken smartphone, close up photo.

California va por una ley de “Derecho a reparar” tus gadgets

¿Se te ha descompuesto un iPhone o una Mac?

Lo más seguro es que hayas tenido que vivir un verdadero calvario para repararla; en Apple te dicen que si lo reparan, pero sale carísimo y, si lo llevas a otro sitio, no sabes siquiera si tendrás una garantía.

En la actualidad muchos fabricantes se han abrogado el derecho a ser los únicos autorizados para reparar los productos fabricados por ellos. Si leemos el contrato veremos que el hecho de llevarlo a un taller independiente podría causar, como mínimo, el final del mundo y el arrebato.

Lo peor de todo es que los talleres que viven a la sombra de estas restricciones están limitados por la disponibilidad de las refacciones que son escasas o simplemente imposibles de encontrar de forma legal.

Los usuarios se ven encadenados a las marcas que a veces sólo sirven para decir “ya no sirve, mejor cómprenos uno nuevo”.

Lo lógico es que nosotros -por lo menos los más emprendedores- pudiéramos tener la oportunidad de cambiar pantalla de nuestro propio teléfono cuando ésta se rompe.

El estado de California es uno de los más progresistas además de que en éste se encuentran asentadas una buena cantidad de empresas tecnológicas. Es precisamente ahí donde la legisladora Susan Talamantes Eggman acaba de hacer una propuesta de ley la cual daría el derecho a los usuarios de reparar sus propios equipos de la manera que prefieran.

Esta ley obligaría a las grandes compañías a divulgar manuales de reparación y a vender herramientas y refacciones necesarias para reparar los equipos.

La idea principal de esta ley es la de abaratar el costo de las reparaciones, abrir estas a todo el sector económico que representan los talleres de reparación, disminuir los muy contaminantes desechos tecnológicos al alargar la vida de los equipos y, finalmente, promover la creatividad de la gente que se anime a abrir sus equipos para repararlos y hasta mejorarlos.

En caso de aprobarse sería la punta de lanza para obligar a las grandes empresas a dejar que sus propios usuarios puedan reparar o mejorar -cuando les venga en gana- sus propios equipos.

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