Hace 99 años el mundo se vio arrastrado a una guerra que comenzó con mucho optimismo (ambos bandos pensaban que la ganarían y los soldados estarían de vuelta a sus casas en Navidad) pero que no tardó en transformarse en una auténtica pesadilla y en una terrible premonición de lo que sería el siglo más violento de la historia de la humanidad.
Hace 99 años terminó en Europa algo que fue como “La Bella Época”, que había traído una de los lapsos de paz más largas en el viejo continente.
Fuera de las guerras coloniales y alguno que otro movimiento local, desde la guerra Franco-Prusiana que terminó en 1871, el viejo continente había vivido toda una era de paz y prosperidad.
La tecnología movía, literalmente al mundo; trenes, barcos de vapor y muchos otros progresos habían que el futuro pintara amable y más cómodo que nunca.
Nadie se imaginó que la cadena de alianzas y coaliciones entre las potencias europeas generaría la peor guerra jamás vista (gracias a la misma tecnología que causó el progreso del siglo anterior) y sentaría las bases para que más adelante se diera una conflagración aún peor (la segunda guerra mundial) y la consiguiente división del mundo entre dos potencias antagonistas (la guerra fría).
Hace un siglo en Alemania reinaba un Kaiser, en Rusia un Zar en Rusia y el mundo estaba dominado por la corona Británica cuyo imperio ocupaba una tercera parte del territorio de este planeta.
Hace 99 un activista serbio disparó en contra del heredero del trono Austro Húngaro y precipitó los acontecimientos. Entre Sarajevo en 1914, sitio donde ocurrió el asesinato y Berlín 1989, cuando cayó el Muro y con éste los regímenes socialistas, transcurrieron sólo 75 años.
Sin embargo fueron 75 años que transformaron radicalmente a este mundo y que alteraron para siempre nuestros conceptos de humanidad y civilización.
Vale la pena reflexionar sobre el siglo más violento de la historia humana.