En la Brecha de Guerrero podrían ocurrir uno o dos terremotos de magnitud 8 o bien dos a cuatro eventos de magnitud 7.8, por lo que la población debe de estar informada y preparada.
Recordemos el pasado 18 de abril en la Ciudad de México cuando los edificios se mecieron violentamente, a muchos capitalinos se les vino a la mente la trágica mañana de septiembre de hace 28 años, cuando un terremoto causó el peor desastre por causas naturales del que se tenga registro en la metrópoli.
El 19 de septiembre de 1985, un sismo de magnitud 8.1 con epicentro en Michoacán, a más de 300 kilómetros, causó que el suelo del Valle de México se moviera por más de tres minutos, destruyendo cientos de edificios en gran parte de la capital.
Para fortuna de los metropolitanos, el sismo del 18 de abril pasado causó un movimiento que solo se prolongó por espacio de minuto y medio y pronto disminuyó sólo dejando daños leves.
Sin embargo, dicho sismo y otros dos ocurridos en el mes de mayo —uno de magnitud 6.4 y otro de magnitud 6.1— hizo recordar lo vulnerable que es la ciudad a ondas sísmicas provenientes de regiones distantes, debido a su tipo de suelo.
Aunque en los últimos 100 años varios sismos de magnitud mayor han ocurrido a lo largo de la costa de México, existe una zona en donde no ha ocurrido un sismo de magnitud superior a 7, llamada Brecha de Guerrero, algo que mantiene inquietos a los científicos.
El que no se hayan registrado sismos importantes en dicha parte de la costa de Guerrero, desde Acapulco al este y hasta Papanoa al oeste, significa que año con año se acumula energía, convirtiéndose en “una bomba de tiempo”, según los expertos.
Los últimos sistimos, en los límites de brecha
El sismo del pasado 18 de abril, que alcanzó la magnitud 7.2 “empezó a romper desde Papanoa y se propagó hacia el oeste hasta Barra de Potosí, abarcando un área más pequeña que el sismo de Petatlán de 1979 con magnitud 7.6” que destruyó la Universidad Iberoamericana, dijo en entrevista con Excélsior el doctor Víctor Manuel Cruz Atienza, jefe del Departamento de Sismología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y autor del reciente libro Los Sismos. Una Amenaza Cotidiana, editado por La Caja de Cerillos Ediciones.
En tanto, el sismo del 8 de mayo (M6.4) “ocurrió al este de Papanoa dentro de la brecha, mientras que el ocurrido el 10 de mayo fue en la misma zona de ruptura que el del 8 de mayo (M6.1)”, dijo el investigador. El fenómeno se conoce como “doblete” en términos sismológicos.
Sismos silenciosos, Cada cuatro años
En esa zona de Guerrero, según Cruz Atienza, hace unos 10 años se descubrió que, aproximadamente cada 4 años, ocurren “sismos silenciosos”, que son deformaciones de la corteza que no emite ondas, pero que si son registrados por dispositivos de geoposicionamiento global (GPS, por sus siglas en inglés).
El sismo de abril pasado y los dos de mayo “ocurren semanas después del inicio del sismo silencioso de este año”, según el investigador, por lo que los científicos creen que “probablemente exista una relación causal” entre ellos.
Desde el pasado 18 de abril, expertos del departamento de Sismología del Instituto de Geofísica de la UNAM han instalado tres estaciones en la zona del sismo ocurrido en abril y seis más a lo largo de la brecha para poder localizar las réplicas y poder registrar “una eventual ruptura más importante que pudiera ocurrir en las próximas semanas o meses”, según Cruz Atienza.
Llaman a estar informados y preparados
Para el también profesor del Instituto de Geofísica de la UNAM, los datos que indican la posibilidad de ocurrencia de un sismo de proporciones mayores no deben de ocultarse, y en cambio, debe de informarse a la población vulnerable.
«No se puede ocultar nada que se haya determinado bajo el rigor del método científico”, sostiene el investigador.
La población del Valle de México debe saber que una ruptura de magnitud 8 en la Brecha de Guerrero “sería más cercana a la ciudad” que la ocurrida en 1985, por lo que se estima que, “en ciertos rangos de frecuencia, la amplitud del movimiento del suelo podría ser de dos a tres veces más grandes” que durante el sismo catastrófico ocurrido en Michoacán.
«Es una realidad, no hay que ocultarlo”, insistió. “La gente cobrará conciencia y actuará entonces en consecuencia”, agregó.
El experto dice que aunque es complicado estimar con exactitud la magnitud del evento que ocurrirá en dicha zona, si se libera la energía en un solo movimiento, diversos estudios indican que en la brecha de Guerrero podrían ocurrir uno o dos terremotos de magnitud 8 o bien dos a cuatro eventos de magnitud 7.8.
Sin embargo, el investigador afirma que nuevos estudios señalan que «posiblemente» los 100 años que han transcurridos sin actividad sísmica mayor en esa zona aun sean insuficientes, al menos, para que la ruptura de un gran terremoto inicie en la brecha de Guerrero.
Investigadores del Instituto de Ingeniería de la UNAM son capaces de estimar, con la tecnología actual, los daños que causaría en la Ciudad de México un sismo con magnitud similar al ocurrido el 19 de septiembre de 1985.
Dicha información, según el investigador, se basa en vulnerabilidad estructural, características de los edificios, y estimaciones de la intensidad de las sacudidas esperadas.
Aunque según los modelos de riesgo sísmico los daños mayores podrían ocurrir en la zona centro de la ciudad, Cruz Atienza sostiene que otras zonas podrían sufrir pérdidas significativas debido al crecimiento descontrolado de la mancha urbana.