Cometió el gravísimo error de dejarse grabar mientras le daba un beso a un desconocido en un antro en la playa.
A todas luces estaba alcoholizada y la muy puta arrastró por los suelos la dignidad de su futuro marido; su buen nombre, su hombría.
¡Como se atreve!
Seguramente en esos mismos momentos su prometido, quien también tenía razones para celebrar el fin de su soltería, se encontraba en una misa de tres curas efectuada durante el retiro espiritual católico al que acudió junto con sus amigos.
Seguramente por su cabeza nunca pasó la idea de meterse a un «table» con sus cuates o la de contratar a una prostituta.
…
Así las cosas en esta ramplona sociedad donde la moral aplica al gusto de las mayorías y donde las redes sociales se encargan de, a manera de moderna Santa Inquisición, juzgar y condenar: escarnio a #LadyCoraline
Vivimos una sociedad en la que los hombres se pueden «ir de putas» para festejar cualquier cosa pero una mujer que apenas besa a un desconocido se merece el desprecio. Merece que el ofendido novio haya cancelado la boda y que toooooda la sociedad de Hermosillo, Sonora, se escandalice.
Una mujer, de apenas 20 años ya es tachada como puta por toda una sociedad. Le hicieron y le pusieron, sin pensarlo un momento, su «A» escarlata para que todo mundo lo sepa. El desprestigio y el vilipendio.
Lo curioso es que esto ocurre luego de una gran discusión sobre libertades civiles y matrimonio homosexual. Queremos una sociedad de iguales pero que unos sean más iguales que otros.
Una sociedad moderna y con la mente abierta, no una en que las redes sociales se encarguen de denostar a jóvenes mujeres cuyo único pecado fue un fin de semana de destrampe (como muchísimos lo hemos hecho).
Emma Alicia Paz Ayala no merece el virtual linchamiento y este caso debería de transformarse en una nueva bandera de igualdad donde las mujeres no puedan ser denostadas por este tipo nimiedades.