De acuerdo con el Consejo Nacional de Población (CONAPO), en México existen 118.4 millones de habitantes. Según la empresa Menlo Park, la red social Facebook cuenta con 47 millones de usuarios mensuales en nuestro país, quienes permanecen en el portal un promedio de 7.3 horas por mes. Mientras que Twitter, tiene más de 12 millones de usuarios. Y según el estudio de Global Web Index, el 35% de los usuarios de dicha red en México, se mantienen activos, el porcentaje más alto en América, incluso más alto que en países como Estados Unidos y Brasil.
¿Y eso qué? ¿Son muchos o pocos? ¿Acaso importa? Pues déjeme decirle que no mucho. Las redes potencializan los proyectos individuales y comerciales. Pero cuando de colectividad se trata, sólo sirven para linchar (véase Lady Profeco, maestra del Cebtis, a alguien que comete un error, a alguien a quien se quiere descalificar, y sí: a alguien a quién se odia). En el mejor de los casos, las redes sirven para expresarse o informarse.
Los grandes cambios sociales que se produjeron por las redes virtuales, que los analistas nos vendieron como una verdad absoluta, hoy no son más que paja. Podemos recordar a la juventud de Egipto, que en el 2009 se unió a través de las redes para derrocar a Hosni Mubarack, que hoy ya salió de la cárcel, después de que el Ejército de aquel país retomara el control fáctico del poder.
Todos los hashtags en Twitter, que a la postre se convertirían en Trend Topics o temas más comentados, no son más que ilusiones que se desvanecen con el paso del tiempo. Y no me estoy refiriendo a uno largo, sino a meses de distancia.
¿Ejemplos?, el movimiento #YoSoy132 que se cuajó después de que el actual Secretario de Energía del Gobierno Federal, Pedro Joaquín Codwell, desdeñó las protestas de los alumnos de la Universidad Iberoamericana (UIA), contra el entonces candidato presidencial del partido que dirigía, el Revolucionario Institucional (PRI), asegurando que no fueron más de 131 los que se manifestaron en contra de Peña Nieto, cuando éste visitó dicho centro educativo.
Los del 132 se mantuvieron como lo más popular en las redes durante semanas y semanas. ¿Hoy dónde está dicho movimiento? ¿Hace cuánto tiempo que no influye ni en la agenda mediática? ¿Cuantos TT han logrado desde entonces? E insisto, no ha pasado más que un año y «cachito» de aquel incidente.
El otro día escribía en Facebook que por más que me esmeraba en cuidar mi ortografía y escribir temas razonados e inteligentes, mis publicaciones tal vez por ser políticas, no alcanzan muchos «likes», y daba el ejemplo del contraste de otros temas tan banales y superficiales que lograban cientos y cientos de «me gusta», además de múltiples comentarios.
Alguien me dijo: “hasta pareces nuevo”; otro me dijo: “este es un país… (rectificó) un mundo de chichis y nalgas”. Efectivamente, vivimos un mundo en donde mostrar las nalgas paradas en la foto de perfil de tu red social logra que tengas muchos seguidores. “La putería vende”, me aseguró otra persona. Y no sólo la putería del sexo, sino también la prostitución de los valores, de la conciencia, de la identidad personal, de la identidad nacional.
Ejemplo internacional: se acabó el 2012, y Joseph Kony, el guerrillero genocida de Uganda, sigue libre… no obstante de haber sido protagonista de una de las campañas virales -virtuales- más exitosas de la historia. Impulsada por las redes sociales, el video se volvió viral en la popular plataforma YouTube y obtuvo más de 100 millones de visitas en seis días, señala la ‘BBC’. Y a pesar de que el documental logró poner en la agenda mediática internacional un largo conflicto de más de 25 años y el uso de niños soldados por parte del Ejército de Resistencia del Señor (ERS), Kony continúa libre, mientras que no es un tema prioritario para los líderes mundiales que deciden el destino del mundo, como el caso del premio Nobel de la Paz, Barack Obama, que prefiere atacar a Siria.
El último ejemplo… publico ayer sobre los exorbitantes sueldos de los funcionarios públicos en un país de pobreza extrema, y eso a pocos indigna. En cambio, publico algo sobre los «ratones verdes» de la Selección Mexicana de Fútbol o del boxeador Saúl “el Canelo” Álvarez, y consigo récords de comentarios o de retuits.
He dicho.
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