El triunfo del magnate estadounidense Donald J. Trump, para pasar a ser el presidente número 45 de los Estados Unidos, pareciera que toma a todos de sorpresa, un mal chiste, una mala película de Hollywood… sin embargo, si todos hubiéramos analizado mejor a la sociedad norteamericana, no estaríamos tan sorprendidos como lo estamos en este histórico miércoles 9 de noviembre.
No cabe duda, Trump y sus ideales representan a una sociedad norteamericana que se niega a evolucionar, pero que es la base de todo el país en su conjunto: un pueblo homófobo, machista, xenófobo, ‘kukuxclaniano’ y altamente racista.
En general, todos estamos conscientes que el norteamericano promedio tiene en su ascendencia a gente de todas las naciones del mundo; los Estados Unidos son una nación hecha y forjada por inmigrantes. Pero son ellos quienes parece se niegan a aceptarlo.
Por ello, cuando surge un personaje como Trump quien vocifera que son los musulmanes los causantes de todos los males, o… ¿por qué no?, que son los mexicanos y latinos, por supuesto que lo toman como lo más válido que alguien les ha dicho en mucho tiempo.
Hoy, el mensaje del pueblo estadounidense es claro: los votantes le dijeron no a la globalización y sí al nacionalismo exacerbado.
El estereotipo del yanqui promedio quedó de manifiesto en cada una de las frases del empresario estadounidense y de esa manera conquistó su voto.
Obama en sus ocho de años de gobierno encabezó un mandato por demás progresista, pero al final, generó que todo este grueso de la población se sintiera marginado, poco escuchado y atendido.
Trump es para ellos su mesías, el que ‘ahora sí’ va a velar por sus intereses y le quitará esa posición de privilegio que los musulmanes, latinos, indios y demás razas de su país «no se han ganado», para hacer emerger de nuevo ese espíritu del ‘sueño americano’ que forjó su nación.
El país más poderoso del mundo lo hizo otra vez, quedó en absoluto ridículo, hizo de presidente a un bully, al candidato que se dedicó a denostar y a insultar.
Ahora, el empresario de madre inmigrante escocesa y de abuelos inmigrantes alemanes (una ironía más de la vida) tiene en sus manos el futuro de la nación más poderosa y, por ende, del mundo entero.
En cuanto a México, el panorama es desolador, tan sólo horas después de darse a conocer la noticia, el peso ha tocado su nivel más bajo frente al dólar desde hace más de 20 años.
Desafortunadamente, dependemos enormemente de la nación norteamericana y el mandato de Peña Nieto ha estado lejos de fortalecer el mercado interno y la economía del país.
Queda claro que si a alguien debemos culpar por el triunfo de Trump es a la sociedad aún muy retrógrada que impera en los Estados Unidos; claro, Trump tuvo el acierto político de hablarle a ellos… ahora el mundo pagará la factura.
Y bueno, la pregunta queda en el aire… ¿quién podrá salvarnos?