Uno de los conceptos más utilizados de la actualidad es sin duda, el de ‘Sugar Daddy’. Aquella persona de cierta madurez, pero de notable estabilidad económica -por no decir riqueza-, que consigue ‘ligar’ con chicas que bien podrían ser sus hijas -o incluso nietas-.
¿Por qué se ha hecho tan popular esta práctica, incluso entre las mismas chicas.?.. y más intrigante aún, ¿cómo es la vida de una llamada ‘Sugar Baby’? Pues una estudiante de Princeton -una de las Universidades más exclusivas y reconocidas del mundo- ha compartido su experiencia.
«Mi decisión de empezar a salir con hombres por dinero fue sorprendentemente fácil de tomar. Siempre me habían fascinado las historias de escorts y trabajadoras sexuales y las consideraba espíritus afines en el reino del libertinaje. Comprendí vagamente que el sexo liberaba partes de nosotros que mantenemos ocultas, y vi el sexo como una incursión en la terapia. En vista de que me había graduado en psicología y tenía una reputación como una zorra bastante liberal respecto al sexo, el trabajo sexual parecía una elección obvia», escribe Tessla Coil.
Tessla también afirmó que convertirse en Sugar Baby resultó una forma fácil de llegar a la estabilidad económica que sus compañeros de universidad buscaban arduamente. «Algunos de mis clientes favoritos tenían los mismos trabajos a los que aspiraban mis compañeros. Por lo general, pertenecen al ámbito de las finanzas o leyes, o son emprendedores. Me siento afortunada de no experimentar su estrés».
Sin embargo, más temprano que tarde, Tessla notó un cambio en sus expectativas, pues las cosas no eran del todo como ella pensaba: «no me di cuenta de que les iba a dar más que sexo a estos hombres, que realmente no estaban pagando por mi cuerpo, sino por mi atención. Mi validación. Por que la luz en mis ojos reconociera la luz en los suyos».
Tess también respondió una duda crucial, cuando se habla de este tema: «mi precio era bastante barato, ya que la idea de pedir 1,000 dólares por encuentro me parecía absurdo y porque descubrí que cobrar 500 me puso en la situación ideal: hombres que eran capaces y estaban dispuestos a pagar de inmediato, pero que eran demasiado tímidos o novatos o amables para volverse exigentes».
Aunque sí dejó claro que una de las principales desventajas de su negocio, es que los hombres suelen ser deshonestos consigo mismos sobre las «reglas del juego», lo que hace que sus problemas terminen persiguiéndola, pues ellos involucran demasiados sentimientos.
Por esto, básicamente llegó a una conclusión muy clara, «he aprendido que es mucho trabajo, y estoy harta de trabajar para otras personas. Me metí en este negocio para mantenerme fuera de las líneas de trabajo donde me sentía atrapada, encerrada y cansada en una oficina. Nunca quise sentir que mi trabajo me controlaba, sin importar que trabajo era. Siempre va a haber alguien a quien le haga feliz ser tu jefe, si los dejas. Siento que ya es hora de que yo me ponga esos zapatos y ser mi propia jefa.
Fuente: Vice