Vivimos una época contradictoria.
Mientras las autoridades, de la ciudad y del país, afirman que todo es una cuestión de «percepción», que los ciudadanos «estamos molestos», el clamor popular en esta sufrida Ciudad de México es que la violencia está regresando y de forma muy agresiva.
La capital, después de vivir una época de crimen y desorden, alcanzó cierta estabilidad y seguridad a lo largo de la década pasada. Podría ser uno de los grandes logros de los gobiernos perredistas que, desde 1997 no han dejado el poder.
Aunque esto nunca fue un paraíso, por lo menos parecía que la violencia que día a día se veía en los medios -sobre todo en el sexenio de Felipe Calderón- y que ocurría enotros estados estaba alejada de nosotros.
Los chilangos gozábamos de una cierta sensación de seguridad.
Sin embargo estos tiempos parecen cambiar y, aunque el gobierno diga que sólo son figuraciones nuestras, estamos viviendo una espiral de violencia real y que, en caso de que no sea contenida, podría transformarse en un auténtico martirio.
Lo extraño de todo es que el encargado de la seguridad, el Secretario de Seguridad Pública durante el sexenio de Marcelo Ebrard, fue el propio actual Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera.
Este precedente debería de ser suficiente para que esta ciudad mantuviera -y mejorara- este curriculum, sin embargo, va para abajo.
Es importante, si el partido del sol amarillo quiere seguir en el poder, que este asunto sea tratado con la máxima seriedad que se merece. Que no tenga que ser asesinada una ciudadana española para que «se pongan las pilas» si no que mantengan esa seguridad que ahora parece fallar.
Si no, alguien más tendrá que venir a hacerlo. De eso nos encargaremos los electores.